FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA



La metodología por proyectos se basa en varias teorías y paradigmas de aprendizajes. Para llevarlos a cabo, necesitaremos una metodología específica.
El Constructivismo, la participación y la globalización son imprescindibles para poder llevar a cabo este tipo de metodología. Sin ellos, los Métodos por proyectos no serían lo mismo.
Constructivismo y participación 

El constructivismo y la participación, aunque sean términos diferentes, están muy ligados el uno con el otro.
El constructivismo implica una actividad participativa y colaborativa con los demás. Desde una perspectiva filosófica, social y psicológica, el constructivismo pretende una mejora de la calidad en la educación, creando aprendizajes significativos para los alumnos y las alumnas que aprenden de esta manera.
El aprendizaje constructivista supone un aprendizaje en el que los alumnos construyen su propio aprendizaje gracias a todos los factores externos de los que se ve afectado. Este aprendizaje de la realidad es propio de cada persona, y no es una copia exacta de lo que percibe. Se entiende que cada persona percibe la realidad de una forma diferente y construyen su propio esquema, cada uno aprende de una manera diferente.
El modelo constructivista está centrado por lo tanto en la persona, en su interacción con lo que le rodea y con las personas que le rodean. Otro aspecto a tener en cuenta es que el aprendizaje se parte de los conocimientos previos de cada alumno, por lo que todo lo que aprende forma parte de un aprendizaje significativo para él.
Para poder aprender de esta manera, la mejor metodología es la de “Método por proyectos”, pues el alumno se ve inmerso en situaciones concretas y significativas en las que se estimula el “saber”, el “saber hacer” y el “saber ser”, siendo esto los contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales respectivamente.
Concepción social del Constructivismo:
Según autores como Vygotsky, plantean el constructivismo como una actividad completamente social, en la que los alumnos aprenden más rápidamente si lo hacen de forma cooperativa que de forma individual.
Aunque en la escuela se deba enseñar de la forma más individualizada posible, esto no quiere decir que no deban realizarse trabajos en grupo. Los trabajos en grupo ayudan a los alumnos a desarrollar habilidades sociales, sintiéndose más motivados y aumentando su autoestima.
A continuación, expondremos una serie de pasos que deben seguir los docentes para poder llevar a cabo este trabajo cooperativo de los alumnos:
-        Especificar los objetivos de enseñanza.
-        Decidir el tamaño del grupo.
-        Asignar estudiantes a los grupos.
-        Preparar o condicionar el aula.
-        Planear los materiales de enseñanza.
-        Asignar los roles para asegurar la interdependencia.
-        Explicar las tareas académicas.
-        Estructurar la meta grupal de interdependencia positiva.
-        Estructurar la valoración individual.
-        Estructurar la cooperación intergrupo.
-        Explicar los criterios del éxito.
-        Especificar las conductas deseadas.
-        Monitorear la conducta de los estudiantes.
-        Proporcionar asistencia con relación a la tarea.
-        Intervenir para enseñar con relación a la tarea.
-        Proporcionar un cierre a la lección.
-        Evaluar la calidad y cantidad de aprendizaje de los alumnos.
-        Valorar el funcionamiento del grupo. De acuerdo a estos pasos el profesor puede trabajar con cinco tipos de estrategias:

1.     Especificar con claridad los propósitos del curso o lección.
2.     Tomar ciertas decisiones en la forma de ubicar a los alumnos en el grupo.
3.     Explicar con claridad a los estudiantes la tarea y la estructura de meta.
4.     Monitorear la efectividad de los grupos.
5.     Evaluar el nivel de logros de los alumnos y ayudarles a discutir, que también hay que colaborar unos a otros.
Para que un trabajo grupal sea realmente cooperativo reúne las siguientes características:

-        Interdependencia positiva.
-        Introducción cara a cara.
-        Responsabilidad Individual.
-        Utilización de habilidades interpersonales.
-        Procesamiento grupal. Concepción psicológica del Constructivismo: Como hemos dicho anteriormente, el fin del constructivismo es que el alumno sea capaz de construir su propio pensamiento. Para ello, el docente toma un papel muy importante (según Tama, 1986) como guía de su proceso. En este proceso, el docente debe:
1. Enseñarle a pensar: Debe enseñarle a optimizar sus procesos de razonamiento.
2. Enseñarle sobre el pensar: Debe hacerles ver a los alumnos sus propios modos de razonamiento, sus propias estrategias y formas de pensar de cada uno.
3. Enseñarle sobre la base del pensar: Deben introducirse objetivos para desarrollar las habilidades cognitivas de los alumnos en el currículum escolar.
Concepción Filosófica del Constructivismo:
La concepción filosófica del Constructivismo considera que “El constructivismo plantea que nuestro mundo es un mundo humano, producto de la interacción humana con los estímulos naturales y sociales que hemos alcanzado a procesar desde nuestras operaciones mentales” (Piaget)
Desde esta concepción, entendemos que el conocimiento es algo que se adquiere de forma activa, por lo tanto jamás aprenderemos si no estamos dispuestos a ello.



La globalización

La globalización visualiza la enseñanza como la enseñanza de un “todo junto”, no separado por materias. En la escuela, el método por proyectos y la teoría constructivista serán la clave para poder aprender de esta forma globalizada.
Entre las referencias obligadas a la hora de hablar de métodos globalizados encontramos al pedagogo Ovide Decroly (1871-1932) y su propuesta de centros de interés, una de las más emblemáticas del currículum integrado. Decroly defiende una pedagogía basada en el interés del niño y en la relevancia del aprendizaje. Entiende que los niños tienen una percepción global de la realidad que les envuelve y que la escuela debe considerarla a la hora de diseñar el currículum. Los centros de interés, en tanto que ejes alrededor de los cuáles se organizan las actividades escolares, hacen posible una intervención respetuosa con las capacidades y los ritmos de desarrollo de cada alumno, permiten considerar las necesidades fisiológicas, psicológicas  sociales del niño, y ayudan a crear un medio escolar favorecedor de la curiosidad infantil. Con los centros de interés desaparece la fragmentación del conocimiento en disciplinas y se crea un nexo de unión de todas las materias.